RECOMENDACIÓN
Universo de emociones: Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz.
Amos Oz: Una historia de amor y oscuridad, Editorial Siruela S.A. Madrid 2006, trad. Raquel García Lozano; pp. 640. Sippur al ‘ahavah ve-voshek, Amos Oz, 2003.
Por: Juan Pablo Torres Muñiz
La decisión del máximo representante actual de las letras hebreas y perpetuo candidato al Premio Nobel de Literatura, Amos Oz (Israel, 1939), de escribir sobre su historia familiar, sus padres, su infancia, la guerra del cuarenta y ocho en Israel, y sus experiencias hasta cumplir los quince años, ha resultado en una de sus más fascinantes novelas, Una historia de amor y oscuridad, ganadora del Premio Goethe 2005, probablemente, su mejor trabajo.
A través de las páginas de esta magnífica novela, Oz nos narra no sólo la historia de aquel niño que pensaba en ser libro y no escritor, quien por entonces llevaba todavía el apellido Klausner (el cual se cambiaría un tiempo después, tras dejar su hogar e ingresar voluntariamente en un kibbutz), y en quien los adultos veían un futuro gran intelectual destinado a enorgullecer a sus padres y a todo el pueblo de Israel, sino, además, las múltiples historias de los diversos personajes a quienes conoció, de quienes aprendió y con quienes compartió sus experiencias, todos ellos, gracias a la sensibilidad del autor y a su lenguaje preciso, vivos, casi tangibles, para el lector.
Es también gracias a estos personajes que el ganador, entre muchos otros reconocimientos, del Premio Príncipe de Asturias, nos lleva a vivir con él, en sus primeros años, la realidad de la convivencia, las tensiones y los enfrentamientos entre los pueblos árabe y judío, permitiéndonos ser testigos de la formación del Estado de Israel, y comprender, gracias a su extraordinaria lucidez, un poco más de aquel conflicto que configura la realidad de nuestro tiempo.
Pero si en el retrato que hace de la vida de los judíos en su tierra natal, la situación general de su pueblo en el mundo, su visión del holocausto, y los constantes problemas con los pueblos vecinos e Inglaterra, el también autor de Mi querido Mijael, No digas noche y Un descanso verdadero, hace gala de su indudable talento, en la descripción del drama íntimo de su familia, en su narración de lo vivido por él como protagonista y por sus padres, (el erudito amante de lo sublime que no pudo acceder a la docencia universitaria, y su melancólica madre, principal responsable del amor de su hijo por la literatura y quien marcaría definitivamente su vida al acabar con la propia), se muestra simplemente magistral.
Esta obra maestra cuya escritura supuso, de alguna forma, un renacer para su autor, quien con ella optó por revivir sus experiencias gratas, las duras y la tragedia a fin de comprender aquello que le marcó y que por buen tiempo dejó de lado en su memoria para poder seguir viviendo, se ofrece al lector no sólo como una oportunidad de trascender su propia experiencia, sino, sobretodo, de reconocer en sí mismo las emociones que en Una historia de amor y oscuridad, Oz nos recuerda, son compartidas por todos los seres humanos.
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